La renuncia de Reyes Henríquez a la Presidencia de la Fundación por motivos profesionales, hizo que el Consejo de Fundadoras/es eligiera el pasado 19 de enero como nuevo Presidente de Ataretaco a Pedro Ángel Armas Delgado, que venía desempeñando las funciones de Vicepresidente.
De forma completamente gratuita, Pedro ha dedicado durante 34 años mucho de su tiempo extralaboral a iniciar, implementar y consolidar esta entidad no lucrativa que, desde 1985, trabaja al servicio de la inclusión y el cuidado.
Carpintero metálico que ha trabajado por cuenta ajena desde los 12 años de edad, ahora tiene 65 y está jubilado. Parecería que asume la presidencia porque tiene más tiempo libre, pero no, desde el principio nos lo aclara: yo nunca he estado en esto porque tuviera tiempo, sino porque tenía mucho interés. Piensas que con la edad te vas a ir retirando, pero no. Pienso seguir.
- En la conmemoración del trigésimo aniversario de la Fundación acuñamos una frase suya: “En 1985, unas personas un poco locas empezaron esto…” Ahora le preguntamos ¿Por qué dices que fueron unas personas un poco locas?
Porque así era a la vista de muchas personas del entorno. Además, en el inicio había un poco de inconsciencia. Iniciamos una aventura que no sabías adónde nos llevaría. Pero, en realidad, con esa frase quiero decir todo lo contrario, creo que hay que estar muy cuerdo para comprometerse en una cosa así, como hicimos.
- ¿Cómo y cuándo te comprometiste en este proyecto? Haz, si puedes, un poco de historia.
Soy padre de tres hijas y un hijo y siempre me planteé participar activamente en su educación que no es cosa solo de la madre, también del padre. Entonces me incorporé al APA del Colegio de Las Chumberas y, más tarde, al Consejo Escolar del Montaña Pacho. Desde ahí veíamos la necesidad de cambiar muchas cosas en el barrio y me vinculé a la Asociación Vecinal. Allí contacté con la gente de la Parroquia de Las Chumberas porque, en realidad, eran las mismas personas las que estaban en ambos sitios.
Como Comunidad parroquial participábamos en el Achamán –Coordinadora de grupos y comunidades cristianas de base de todas las islas- y juntos fuimos descubriendo que había que cambiar las cosas y que era posible hacerlo. Date cuenta que habíamos vivido una importante crisis económica y que había mucho paro y una juventud muy enganchada a la droga. Esto era muy palpable en toda la zona de Taco, desde Las Chumberas a Santa María del Mar. En el Achamán nos propusimos iniciar un proyecto para la zona y se hizo una colecta para arrancar. Era el año 1983. Nos unimos personas de varias comunidades parroquiales. Creamos una comisión de solidaridad con los parados y otra de prevención de drogodependencias. Yo me uní a la de los parados. Esas comisiones fueron el primer embrión de Ataretaco
- ¿Y por qué te comprometiste en la Comisión de Solidaridad con los parados?
Eso mismo me preguntaban algunos compañeros de la fábrica cuando veían que destinaba a esa comisión una buena parte de mi tiempo libre después de una larga jornada laboral. Me decían: ¿Por qué estás en una comisión de solidaridad con los parados si tú estás trabajando ocho horas al día desde que tenías 12 años? ¿No sería mejor que eso lo hicieran los parados?
- Y eso mismo te pregunto yo ¿Por qué?
Por varias razones. La primera es que teniendo trabajo y cuatro niños pequeños, entendía la prioridad del empleo. No podía concebir que me pasara algo peor para mí que quedarme sin trabajo y pensaba que igual le ocurriría a cualquier padre de familia.
Otra razón es que las personas que llevan mucho tiempo en paro están en una situación tan dura que no tienen fuerza, ni tiempo –porque andan agobiados buscando cosas para sobrevivir- para participar en este tipo de iniciativas. De hecho se unieron algunos parados, pero no estuvieron mucho tiempo.
Luego tú ves la situación de dificultad de la gente y quieres hacer cosas. Al principio no sabes bien qué se puede hacer. Luego descubres que en la empresa en que trabajas las cosas no se hacen por un servicio a las personas, que se hacen por otros intereses.
Vas tomando conciencia de que las cosas se pueden hacer de otra manera, pero solo lo harán quienes crean que es posible y vale la pena crear empresas que trabajen para las personas.
- A tenor de lo que me has dicho, yo diría que tú eres un compañero en el sentido en que lo define el poeta canario Pedro Lezcano: Compañeros son todos los que sienten/en los hondos del alma,/que es posible marchar hacia adelante,/y dan el primer paso de la marcha. ¿Crees que eres y te sientes compañero?
En ese sentido, desde luego que sí. Pero también en el sentido de compartir esa marcha con otras personas, ir haciendo el camino junto a otras personas. Sí, juntas dimos el primer paso, y muchos más.
- Me consta que la familia ha sido siempre, para ti, una prioridad. En Ataretaco no has ganado dinero, en cambio, has invertido parte importante de tu tiempo, amén de tus conocimientos. ¿Qué te aportaba, y te aporta, Ataretaco y cómo lo has hecho compatible con tu vida familiar?
En esa época de mi vida, Ataretaco supuso un cambio. Soy mañoso para trabajar, podía hacer otras cosas y ganar más, pero no me llenaba del todo. Entendí que hay cosas que, sin ganar dinero, te llenan más, te vas sintiendo mejor cuando trabajas al servicio de las personas que viven en situación de desventaja.
Eso, compartido con tu mujer y tus hijos y con un montón de gente que piensa como tú y más allá, te va enriqueciendo como persona. Tanto Isabel como nuestros hijos comprendían que eso lo podía hacer si prescindíamos de caprichos y cosas realmente innecesarias; en realidad, fue algo exigente. Han visto que esto forma parte de mi vida, que no es un compromiso para un tiempito. Me he sentido acompañado y animado en los momentos bajos, que también los ha habido.
- Tú defendiste, desde los primeros años, que Ataretaco tenía que generar sus propios recursos económicos, que tenía que lograr una cierta autonomía porque sin ella era imposible lograr los fines propuestos. ¿Te sentías incomprendido?
Sí, claramente. Ten en cuenta que la mayoría de las personas del grupo venían de la enseñanza, de la sanidad, del trabajo social o cosas así y que más bien eran funcionarias o tenían esa mentalidad. Esta visión del carpintero metálico, que trabajaba en una empresa privada y que creía que había que generar recursos económicos no se entendía bien. Pero a la vista está que, con el tiempo, esa mentalidad cambió, de lo cual me alegro.
Hemos creado empresas, pero no es lo mismo crear empresas solidarias que ser un empresario en el sentido convencional.
- ¿Cómo te sientes ahora, 34 años después, como Presidente de la Fundación?
Voy a rellenar temporalmente un hueco. Nunca me había planteado ser Presidente, no entraba en mis esquemas; sí entraba permanecer en el equipo, seguir abriendo puertas juntos, porque lo más importante ha sido el equipo o, mejor, las personas que lo forman. Han sido muchos años codo a codo en el Consejo de Fundadores y en el Patronato con la misma gente. Me he sentido acompañado y he acompañado a otras personas. Mi experiencia, desde el principio, ha sido la de un trabajo de equipo, donde las decisiones se toman colegiadamente sin que prevalezcan las ideas luminosas de alguna persona. Ahora me toca tener un papel más visible, pero igual de responsable, porque siempre me he sentido responsable de Ataretaco.
- Y ¿Cómo ves el momento de Ataretaco?
Lo más importante es el para qué, y lo estamos consiguiendo, con limitaciones, pero lo estamos consiguiendo. Estamos en el buen camino, aunque a veces me da vértigo lo que tenemos entre manos, no lo niego.
Pero aparte del vértigo que te da crecer en las empresas, cuando haces una valoración de la cantidad de gente que se beneficia y de la cantidad de gente a la que le sirve, y luego ves la cantidad de gente que no puede acceder todavía, pues llegas a la conclusión de que hay que seguir haciendo cosas y creciendo si es necesario, a pesar de que algunos nos critiquen por ese crecimiento.
Al principio piensas que basta con hacer cualquier cosita, luego descubres que no, que siempre son más las necesidades que los medios y no con cualquier cosita se resuelven las situaciones de la gente y que hay que hacer muchas cosas, si no para resolver todas las necesidades, sí para paliarlas.
En Ataretaco contamos con equipos preparados, que trabajan mucho y bien. Siempre me hago esta pregunta ¿Qué hace la gente en Ataretaco? La gente llega a trabajar a la Fundación simplemente porque es un trabajo, no porque es maravilloso y quieren cambiar el mundo, pero si estando allí descubren otra forma de trabajar, eso es importante. Y lo que me interesa es si, cuando se van, ha cambiado en algo su visión de la realidad, si ha cambiado su forma de ver las cosas y de trabajar.
Valoro mucho a las personas que han ido pasando por Ataretaco en estos años y han sido muchas.
- ¿Qué te planteas como más importante de cara al futuro?
No perder de vista nunca el para qué, nuestra razón de ser. Obviamente nos tiene que preocupar la sostenibilidad económica, pero siempre al servicio de la rentabilidad social –la inclusión de las personas- y la sostenibilidad ambiental.
Aunque no lo he pensado mucho, hay dos cosas en las que me gustaría seguir avanzando.
Primera, y esto es algo que pienso desde hace muchos años: lograr la mayor igualdad salarial posible y las mismas condiciones laborales para todas las personas de nuestra organización. Y, por supuesto, a igual trabajo igual salario, con independencia de cualquier circunstancia. En este sentido el nuevo Convenio colectivo que hemos empezado a aplicar este año se ajusta más a mi idea que el anterior, porque, a la larga, crea menos desigualdades. Siempre he defendido que nadie, por tener una titulación superior o mejores condiciones laborales, pueda sentirse superior, que nadie mire a nadie por encima del hombro.
La segunda cosa, porque tengo una preocupación ambiental muy fuerte, es que me gustaría avanzar en la recuperación de los residuos, en darle una segunda vida a las cosas. En esta vertiente tenemos que seguir trabajando. Y si seguimos uniendo la gestión de los residuos y su recuperación a la inclusión social de las personas más vulnerables, pues perfecto.
- ¿Quieres añadir algo a esta entrevista que ya va siendo larga?
Pues sí. A veces te preguntas ¿Esto vale? o ¿Estoy aportando algo? Y esa es una pregunta a la que el tiempo te va diciendo que hay cosas que si tú no las hubieras hecho, no se habrían hecho y que hemos abierto un camino, ya te digo, con un poco de inconsciencia, pero también aceptando los retos y tratando de responder a las necesidades de cada momento, con un poco de paciencia y valentía. Así llevo 34 años y espero poder seguir muchos más.
Decía Berltolt Brech que hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchas muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
Pedro Ángel es imprescindible. Gracias.